El otro día vi de nuevo la película Jurassic Park.

Si como yo, te criaste en los 90, seguro que también marcó tu infancia.

Y es quizá por eso que no me canso de verla.

Volver a ver siempre las mismas películas en un peculiar bucle de aproximadamente 5 años. Mi extraña adicción. Os mantendré informados sobre qué opina mi psicólogo.

Vuelvo al tema.

Parque jurásico.

En caso de que no tengas el argumento muy presente, te cuento los puntos importantes para que entiendas de qué extraño modo voy a ligar todo esto con algo que puedas aplicar en el día a día de tu entrenamiento. Allá voy.

El argumento de la película va de que un señor muy rico tiene la idea de hacer un parque temático con dinosaurios. Caminando por el filo de algunas cuestiones éticas finalmente lo consigue y antes de abrirlo al público invita a un grupo de personas para que lo visiten, entre ellas el doctor Ian Malcom.

Este invitado, quien viste rigurosamente de negro a lo Johnny Cash, es un matemático especializado en la teoría del caos y a quien se le pide consejo sobre el parque. (por este personaje vale mucho la pena leerse el libro, aunque es de esos singulares casos donde la película es mejor, por si me preguntas mi opinión poco imparcial).

En la película, tras quedarse boquiabiertos con un auténtico milagro científico en forma de dinosaurios vivos y coleando se sientan todos a comer. Concretamente esta es la escena donde algo hizo «click» en mi cabeza:

Lo cierto es que este momento es una de las joyas de la película si te gusta reflexionar sobre estos temas.

Pero vayamos a la frase que escogí para hacer mi vídeo.

«Les preocupaba tanto si podían o no hacerlo que no se pararon a pensar si debían.»

«Esto me suena» pensé.

Y es que, aunque formulado de otro modo, es algo que constantemente digo a quienes entreno.

Así que coge papel y boli porque en el artículo de hoy aprenderás:

  • Por qué los atletas caen en el error de entrenar de más
  • Cuál es el motivo detrás de esta conducta
  • Cómo solucionarlo y entrenar de maner adecuada

El eterno dilema del atleta

El diseño de una sesión de entrenamiento gira principalmente en torno a la intensidad y la duración.

Te pongo un ejemplo en carrera a pie lo más simple posible: un rodaje de 30 minutos en tu zona aeróbica.

Todos los entrenadores del mundo ponen rodajes de este tipo. Son ridículamente sencillos y aun así en ocasiones parece que sean difíciles de cumplir.

Observa un caso real de este tipo de entrenamiento; 30 minutos de parte principal entre 04:30 y 05:00/km:

No pasa nada si no estás muy puesto a leer el análisis de datos de Training Peaks, te hago yo un resumen.

La cosa se ha ido calentando y lo que tenía que ser un rodaje fácil ha terminado siendo una salida a ritmo superando durante momentos el segundo umbral.

Después de preguntarle al corredor, su respuesta fue:

“Me encontraba bien, y cuando vi que había marcado algún kilómetro por debajo de 04:25 me dije a mi mismo que ya no podía aflojar”

¿Te suenan casos como este?

Puedes cambiar las zapatillas de correr por una bicicleta o un traje de neopreno, da igual, la historia siempre es la misma.

Y cuidado porque todos, y me incluyo a mi mismo, andamos al borde del precipicio. Caer al vacío es cuestión de dar un mal paso.

¿Competir todos los días?

¿Es un drama haber “tensado” un poco el entrenamiento?

No lo es. Del mismo modo que si entrenas 200 días al año, fallar uno es poco relevante, hacer un super-entrenamiento también lo es.

En ese caso, ¿Por qué todos los entrenadores lo desaconsejan?

Cuando entiendes que el entrenamiento es un proceso (como todo en la vida) y que cualquier estado de forma es transitorio, cambia tu visión por completo.

Te das cuenta de que el progreso no depende de acciones individuales sino de la acumulación de estas.

Esta frase la digo tanto que la esculpirán en mi tumba:

“Nadie se puso en forma con un entrenamiento ni se desentrenó por fallar uno.”

Grábatelo a fuego porque es lo que evitará que cada día quieras llegar a casa reventado o que fallar un entrenamiento te genere ansiedad.

Se trata de entender la jugada a largo plazo.

Cuando los entrenadores diseñamos una planificación, tenemos en cuenta este tipo de cosas. Cada sesión forma parte de un todo y por lo tanto guarda relación con las demás.

Cuando te pasas de la raya entrenando, aumentando la intensidad, como el corredor del ejemplo, o aumentando la duración, rompes ese equilibrio:

  • Fallas en el propio objetivo de la sesión de entrenamiento
  • Alargas el tiempo necesario para la recuperación
  • Incrementas tu nivel de estrés y fatiga crónica fuera de lo que estaba previsto
  • Comprometes tu rendimiento en futuras sesiones

Eso no significa que nunca se pueda plantear una sesión a ritmo de carrera pero esto será algo premeditado, el problema viene cuando caemos en la improvisación de manera reiterada.

¿Y por qué lo hacemos? ¿Por qué tendemos a apretar los ritmos o a hacer tiradas demasiado largas?

¿De dónde viene el problema?

Falta de confianza.

  • Si te inventas entrenamientos y no haces lo que marca tu entrenador es porque no confías en lo que te dice.
  • Si entrenas por encima de lo que toca, a más intensidad o más distancia es porque no confías en tus capacidades.
  • Si cuando entrenas en grupo y la cosa se calienta no puedes evitar entrar al trapo, aunque eso te aleje de tu objetivo del entrenamiento, es porque necesitas demostrar algo a los demás o a ti mismo. De nuevo, falta de confianza.

Insisto, cuando esto ocurre una vez, no pasa nada. Todos tenemos días malos o de vez en cuando nos apetece divertirnos.

El problema aparece cuando es algo recurrente, cuando se convierte en un hábito.

¿Ya vas hilando con la frase del Doctor Malcom?

Cómo solucionarlo

O dicho de otro modo, cómo aumentar la confianza. Te cuento de qué manera lo hago yo en mi día a día:

El primer punto es establecer una relación de confianza entre el atleta y yo.

Nunca he pedido a nadie que venga a entrenar conmigo, no por una cuestión de orgullo sino porque creo que no es bueno ni para el atleta ni para mi. Quien decide contratarme lo hace porque me conoce, tiene alguna referencia de cómo trabajo, porque quiere un cambio… Hay muchas causas.

Lo que quiero decir con esto es que la confianza a veces está ahí y a veces hay que construirla:

  • Lo primero que hago entender es que el plan de entrenamiento es cosa de ambos. Evidentemente el mayor peso recae sobre mí pero me gusta consultar y negociar algunos puntos.
  • Siempre estoy abierto a resolver dudas, a justificar el por qué de algo o discutir algún punto.
  • Busco aprender qué es lo que funciona con ese atleta y eso implica no seguir lo establecido al pie de la letra. No me importa ser poco ortodoxo si con ello consigo mis objetivos.

Si tu problema viene dado por la confianza en ti mismo, hay varias estrategias, te cuento las principales:

  • Centrarse en el proceso y no en el resultado. Cuando ponemos un objetivo ambicioso aumentamos mucho la presión sobre nosotros mismos y por lo tanto, el miedo al fracaso. Centrarte en el camino a recorrer, en los pequeños pasos que tienes que dar, te hará quitar el foco sólo del resultado y este pasará a ser una consecuencia.
  • Buscar referencias pasadas. Cuando llevas varias temporadas entrenando esto es muy útil. Aunque cuidado con esto, porque la comparación puede meter mucha presión y esto es algo que tengo muy visto. Sin embargo, si lo sabes llevar, serás capaz de saber en qué punto exacto del camino te encuentras. Cuánto has recorrido y cuánto te queda por recorrer.

Si no puedes evitar competir en los entrenamientos:

  • Sal a entrenar sólo. Salir en grupo suele significar que habrá un poco de pique. Siempre hay alguien con ganas de pelea. Si no eres capaz de mantener la cabeza fría, evita el problema y entrena en solitario. Si no te gusta hacerlo deberás forzarte a ello. Puede entrenarse, como un músculo y déjame decirte que esto no es un deporte de equipo, el día de la competición estarás sólo o te encontrarás sólo en algún momento. Debes estar preparado.
  • Céntrate en el objetivo de tu entrenamiento. Si tu entrenamiento es un rodaje, no lo conviertas en uno de series a VO2max. Siempre que haya lío párate a pensar: ¿hasta qué punto me alejo de mi objetivo con esto?
  • Olvídate de tu ego. No siempre tienes que ser el macho alfa de la manada. De demostrar a todos quién manda. Es una batalla que no vas a poder ganar eternamente. No gastes balas: “las exhibiciones son para las competiciones”.

Sé que hay muchos casos y situaciones pero creo que con esto cubro las más habituales.

Llévate esto

Como conclusión me gustaría que te quedases con estas ideas principales:

– Reventar entrenamientos no suele traer nada bueno.

– La intensidad y la duración de un entrenamiento están planificadas por un motivo.

– Las competiciones deben elegirse y prepararse, no improvisarse.

– La causa principal de ello suele ser la falta de confianza, bien en tu entrenador, bien en ti mismo.

– Las mejores soluciones pasan por exponer el caso a tu entrenador y buscar soluciones o hacer un ejercicio de reflexión y autocrítica con uno mismo.

Espero haberte ayudado. Si crees que me he dejado algo en el tintero escríbeme en la sección de comentarios de ahí abajo y lo hablamos. (Puedes leer esta última frase – o el artículo entero – con la banda sonora de Jurassic Park, para darle más épica).