Cuando alguien habla de hacer un Ironman sabes que son palabras mayores.
Ironman, el hombre de hierro. ¿suena bien verdad?
Pues no.
Hoy te contaré por qué la franquicia líder en triatlón debió consultar a un fabricante sueco de gofreras para elegir su nombre y qué puedes aprender de todo esto para aplicarlo en el entrenamiento.
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Si te has interesado alguna vez por la halterofilia, te sonará la marca Eleiko.
Las barras y discos que utilizan los levantadores en las olimpiadas, campeonatos del mundo, etc. suelen ser de esta marca.
Lo que mucha gente no sabe, es que estos suecos empezaron fabricando aparatos de cocina como gofreras y que un buen día de 1957, a uno de los supervisores de la fábrica se le ocurrió la idea de fabricar barras de halterofilia.
¿Por qué?
Pues porque hasta entonces las barras que se utilizaban no aguantaban enteras ni una competición.
Al igual que el hierro, el acero que se utilizaba en esa época era demasiado duro.
¿Demasiado duro? Esta gente levanta muchos kilos…
El problema de las cosas que son demasiado duras o rígidas es que se rompen cuando se les aplica mucha fuerza.
¿La solución?
La elasticidad.
No lo confundas con laxitud o flexibilidad. Me explico:
Una buena barra de halterofilia debe aguantar sin problemas más de 250kg. Eso son más de 120kg a cada lado moviéndose a muy alta velocidad y que luego son lanzados sin miramientos al suelo.
Para soportar esto la barra flexa en algunos momentos del levantamiento y sin embargo siempre vuelve a su estado original. Si te fijas bien, puedes observarlo aquí (pulsa para ver el vídeo):
Con el suficiente peso cargado, un halterófilo experto puede utilizar esta elasticidad a su favor durante un levantamiento.
Ciertamente hay mucha belleza en este deporte…
¿Sigues sin entender nada?
Te explico qué puedes llevarte a tu entrenamiento:
Cuando un plan es muy rígido (como una barra de hierro) y/o no se tiene en cuenta que, se quiera o no, van a aparecer contratiempos, esto suele ser la receta del fracaso.
Otras veces el plan no es rígido pero la mente del atleta sí lo es.
Esto no me canso de verlo. Alguien se pone a entrenar en septiembre o enero con todas las ganas y la energía del mundo, sacando 10 entrenamientos por semana y sin fallar ni uno.
De repente, la vida.
Se casa tu primo, se rompe el coche, cambia tu horario de trabajo, enferma tu hijo y fallas en tu plan.
Lo cierto es que se rompen tus esquemas y poco más.
Desde el punto de vista del entrenamiento no suele haber problema.
Fallar un par de entrenamientos de los 200 que haces en el año no tiene importancia, es una gota en el mar.
Pero para tí es un absoluto drama.
El Ironman se quiebra y se hace añicos.
Empiezan a aparecer cosas como la inseguridad, la improvisación, las dudas… Y la cosa termina fallando.
Si fueras como una barra Eleiko simplemente aceptarías una ligera desviación en tu plan y volverías pronto al camino.
O escogerías un camino nuevo.
Sin darle vueltas a la cabeza.
Entendiendo que el entrenamiento es un proceso.
Elástico.
No quiero ser un Ironman, quiero ser Acero-sueco-man.
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