Ayer me llamó alguien por teléfono.
Un número desconocido.
Cogí la llamada.
Hablé unos minutos.
Y cuando colgué me hice una pregunta bastante trascendental.
¿Soy realmente listo o en realidad soy muy estúpido?
Si quieres saber cuál es la respuesta, y lo más importante, cómo puede afectarte tanto si eres deportista como si eres entrenador, sigue leyendo:
Como alguien dijo: sólo hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana.
Voy a contarte toda la historia y así ponerte en contexto.
Me llamó una persona por teléfono interesada en contratarme para que le ayudase en un reto deportivo que se había propuesto.
Hasta aquí todo normal.
Me voy preparando mentalmente para lo típico, explicarle cómo es mi método de trabajo y todo eso.
Lo tengo bastante detallado en mi página web, pero ya sabes, a la gente le gusta conocer los detalles de primera mano.
No problemo.
A continuación el tipo me dice que me ha llamado porque alguien se lo ha recomendado.
Esto es algo inusual.
No porque alguien le hubiese dicho que entreno a gente y que esa gente suele quedar contenta, de hecho, hasta que me dio por lo de Instagram, el boca a boca era mi única forma de publicidad.
Lo raro es que no me dice quién me había recomendado y me da la impresión de que no lo quiere decir de primeras.
Pero como dice que es de de por mi zona, me pica mucho la curiosidad y estoy un poco de vuelta de todo, le pregunto abiertamente quién es esta persona.
Me dice que ha sido otro entrenador.
Y, no sólo eso (aquí viene el plot twist): ex-entrenador.
Me explico:
Resulta que es otro entrenador de mi zona, el cual conozco de lejos. Sé quién es pero nunca he hablado con él.
Hasta aquí genial, hay casos donde yo también derivo a otros entrenadores.
Uno no puede saber de todo.
Lo que me sorprende es que este entrenador en cuestión se lo ha dejado, es decir, ya pasa de entrenar a nadie y se ha buscado otro trabajo (presumiblemente se habrá hecho funcionario, esto no lo pregunté pero es lo que suele pasar).
Hasta donde yo sé, era alguien de bastante éxito, de ahí que me choque un poco este caso.
Digo un poco porque no es el primer caso que veo así.
De hecho, hay una larga lista de gente que se ha querido dedicar a esto del entrenamiento y que ha abandonado por el camino.
Y enlazo con el punto principal de hoy:
¿Somos los entrenadores tipos listos o estúpidos?
Esta es la pregunta natural que me viene a la cabeza cuando veo que mucha gente, a pesar de que lo que realmente les gusta es el entrenamiento, terminan trabajando en otra cosa.
Algunos llorones (que ahora son maestros de escuela) te dirán que lo de entrenar es algo que no se valora, que la gente no paga lo que vale su trabajo, que si el intrusismo, que si la competencia desleal de los que trabajan en negro, que el gobierno asfixia a impuestos a los que trabajan legalmente, etc.
Y no les falta razón, de ahí que me pregunte si los que quedamos somos unos tontos.
Si deberíamos empezar a opositar para conseguir una plaza de bombero, policía, profesor o cartero, lo que sea.
Lo que sea con tal de tener un sueldo fijo.
Luego, si te sigue gustando el entrenamiento ya entrenarás a 3 o 4 a escondidas para no pagar impuestos y sacarte un sobresueldo.
Parece la opción más sensata.
Sin embargo…
El sesgo del superviviente me dice que se trata de selección natural.
No todo el mundo está hecho para esto.
Y no sólo eso, nadie nos enseñó a cómo sobrevivir.
Conozco gente que te enterraría si te echase encima todos sus títulos y diplomas.
Se han pasado años estudiando la teoría pero en todo este tiempo nadie les explicó a cómo liquidar los impuestos del trimestre o a cómo dar a conocer lo que realmente saben, captar clientes, vender…
También esto es algo cultural en España, hablar de dinero es un tema tabú y así nos va, pero ya hablaré de esto otro día.
A lo que voy es que no encontrarás muchos entrenadores veteranos.
Hay más fiambres por el camino que en la carnicería del barrio.
Yo por mi parte intentaré morir con las botas puestas, quizá como un auténtico estúpido, pero al menos haciendo lo que me gusta.
Mientras tanto te dejo un consejo si eres deportista y buscas entrenador:
No pagues a entrenadores pirata.
Puede parecer buena idea ahorrarse algo de pasta en impuestos pero a la larga es malo para tí y para el entrenador.
Salvo algún caso excepcional, como que sea alguien que acaba de empezar, es malo para tí porque estarás contratando a un entrenador que no tiene demasiada idea.
Si tiene otro trabajo y esto lo hace por “hobby” estás pagando a alguien que gran parte del tiempo tiene la cabeza en otras cosas y que no es lo suficientemente bueno como para vivir del entrenamiento. Por no hablar de que no paga escuelas y hospitales y de que perpetúa el intrusismo, el vendehumismo y la ineptitud en este mundillo.
Si se dedica a tiempo completo y es un pirata, más o menos la misma lógica, debe ser demasiado malo como para ganarse la vida de ello.
Descártalo, no merece la pena.
Puedes contratarme a mí o a otro profesional si no te caigo bien.
Y si eres entrenador, prácticamente vives en la mendicidad y ya estas mirando cuándo sale la próxima oposición:
Deja de comprar libros de entrenamiento y empieza a aprender cómo tratar a la gente y cómo ganar dinero.
Aquí no hay mucho que explicar, si te encuentras en esta situación, yo no puedo darte la solución, sólo puedo contar lo que a mi me ha funcionado (y sobretodo lo que no me ha funcionado).
No se si estos consejos te valdrán, aparte de esto lo que puedo decirte es que si andas muy perdido escríbeme y te echaré una mano.
Lo que sea antes de que acabes siendo otro cadáver en la fosa común del “quise pero no pude”.
Deja tu comentario