Cuando te inscribes a una prueba importante, donde los objetivos son ambiciosos y las apuestas son altas hay un periodo previo de anticipación.

Y es que como se suele decir, todo ocurre dos veces; primero en tu cabeza y luego en la realidad.

Sabes perfectamente de qué hablo. Antes de inscribirte a un Ironman te ves a ti mismo cruzando la meta o haciendo un tiempazo en el maratón que va a dejar a todos muy locos. Especialmente al bocas de Juan…

Nadie sabe cómo empezó todo, quizá fuese histeria colectiva o quizá fuesen esas cervezas de más al terminar la ruta del sábado.

El caso es que es domingo por la tarde y menos de 48 horas después de los malditos «zumos de cebada» o «recoveris» te encuentras con en una web increíble, con todo explicado en tu idioma pero con unas tarifas acordes al sueldo de un jeque árabe.

Estas sentado en el sofá de tu casa con la VISA entre los dientes y tu mujer y los niños haciendo la siesta.

Es ahora nunca.

Te mientes a ti mismo diciéndote que si todo ocurre mientras duermen será menos doloroso.

Sabes que tu cuenta bancaria va a aligerarse notablemente y empiezas a orquestar en tu cabeza un entramado fiscal y una ocultación de fondos más propio de un narco que de tu verdadero oficio: comercial de fotocopiadoras.

Parpadeas y tus compinches ya están dentro.

El grupo de WhatsApp «No hay co**nes» está que echa humo.

Se está hablando de viajes en avión y reservas de hotel.

De cómo demonios vamos a llevar las bicis hasta allá.

A estas alturas no hay discusión posible, quien llegue el último paga la cena.

Un momento.

Falta tri-fotocopias.

Silencio en la sala.

Ahora no puedes echarte atrás aunque sabes que no estás en tu mejor momento.

Puede que hubiese sido mejor idea hacerlo el año que viene pero…

Fuiste tú quién dio la idea y creó el grupo de WhatsApp.

Así que mientras te debates entre la risa y el llanto…

¡Bang! Ya está hecho.

Subidón de adrenalina.

«Jod*r tíos, no encontraba la tarjeta. Juan, te apuesto 50 pavos a que te saco más de 5 minutos en meta»

Tres horas después, cuando no queda rastro de la adrenalina y te encuentras un poco cansado, tras haber reservado vuelos, hotel y después de una discusión domestica cercana al divorcio, llega el momento clave:

¿Y ahora qué?

Como siempre ocurre cuando sales de tu zona de confort te encuentras un poco perdido. Esto es muy normal ya que pasas de la comodidad absoluta a la incertidumbre total.

En tu cabeza ya entraste a la meta pero, ahora que lo piensas, no tienes ni idea de cómo llegar ahí.

Apagas el móvil porque, aunque todos van de enterados, nadie en el ya mítico grupo de Whatsapp tiene la menor idea de cómo plantarse con unas mínimas garantías en la línea de salida.

Buscar en internet no ayuda y sólo contribuye a meter más miedo en el cuerpo.

¿Periodización tradicional o inversa?

¿Tapering?

¿FTP, TSS, CTL, ATL?

Mi*rda, tu sólo entiendes de tirada larga, full-gas y de hacer transiciones sin ponerte el casco al revés. No como el gilip*llas de Juan.

Si tu también andas igual de perdido que tri-fotocopias en su primer Ironman voy a compartir algo contigo que escribió un señor chino llamado Sun-Tzu hace más de 2000 años:

“Conoce al enemigo y conócete a ti mismo, y en cien batallas no estarás jamás en peligro”

Este pequeño aforismo del «Arte de la guerra» contiene una enseñanza clave a la hora de enfrentar un reto como puede ser un triatlón de larga distancia. En realidad, puede aplicarse a prácticamente cualquier situación. Intenta recordarlo cuando te encuentres perdido.

Cuando se trata de una planificación deportiva estamos ante un punto crítico.

Hay que estudiar la prueba: hay que conocer el perfil, estimar lo que tardaremos, la meteorología y dependiendo del caso, incluso hay que estudiar a los rivales. Todos estos puntos te van a dar información clave sobre qué vas a necesitar para conseguir tu objetivo. El entrenamiento, la nutrición y la preparación mental van a depender mucho de este punto.

Que nada tiene que ver la carrera popular del pueblo con el maratón de Boston, lo entiende cualquiera.

El siguiente punto es ver dónde está el punto de partida.

Probablemente tengas que hacer cambios tanto en tu dieta como en tu preparación psicológica pero esto lo dejo para otros profesionales, yo vengo a hablarte del entrenamiento.

Los cambios que vas a tener que hacer aquí también dependen mucho de tu estado de forma inicial.

Que nada tiene que ver levantarse del sofá con 7 kilos de más frente a llevar ya 4 semanas entrenando, también lo entiende cualquiera.

Sé que todo esto parece muy lógico y de sentido común. Sin embargo, no me canso de ver a gente que «prepara» pruebas de este tipo sin la mínima reflexión.

Llámalo la cultura del finisher o como te de la gana pero también estaremos todos de acuerdo en que no es lo mismo terminar una carrera de menos a más, donde todo va rodado, que llegar arrastrándote a meta en plan Walking Dead.

La conclusión de todo esto es:

No seas como tri-fotocopias.

Antes de apuntarte a un reto de esta magnitud, estudia bien en qué va a consistir realmente la prueba y sé honesto contigo mismo cuando pongas en perspectiva tu estado de forma actual.

Si ya le diste al botón, que no cunda el pánico.

No es la primera locura de este tipo que veo y que al final sale bien.

Eso si, va a costarte sudor y lágrimas.

Si en estos momentos estás leyendo esto pero en el fondo repasando la política de cancelación de la prueba no cierres aún esta web.

Pulsa aquí, conoce mi método de trabajo y si quieres hablamos.

Y si no lo tienes claro, no pasa nada, continuaré esta serie de artículos para ir contándote los pasos que deberías dar para plantarte en la casilla de salida.

Eso si, yo sólo te voy a explicar cómo, los pasos debes darlos tú.